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Writer's pictureMarga Sequeira

El Cuerpo en la Calle

Esta ponencia es parte de una investigación financiada por TEOR/éTica

para

construir una memoria del movimiento feminista y lgtbi en Costa Rica desde el punto de vista

de las acciones en el espacio público, realizadas desde el año 2007 hasta el 2015. Las

acciones incluyen manifestaciones dentro de marchas institucionales (8 de Marzo, 25 de

Noviembre) y manifestaciones relacionadas con temas coyunturales tanto por parte de

colectivas u organizaciones como por parte de activistas o artivistas independientes.


La discusión por la aprobación en un referéndum nacional del Tratado de Libre

Comercio entre los Estados Unidos y Centroamérica en el 2007, fue un despertar políticoactivista

para toda una generación y las disidencias sexuales, junto con el movimiento

feminista, también se vieron afectados por las circunstancias políticas. A pesar de que Costa

Rica se considera un país defensor de los derechos humanos y como Estado ha suscrito

muchos tratados internacionales a partir de los cuales posee una serie de obligaciones,

decretos, leyes, reglamentos y políticas, que buscan mejorar las condiciones de sus

ciudadanos y ciudadanas; la realidad es que nada de eso se materializa en reconocimiento,

protección o inclusividad de poblaciones vulnerables como las mujeres o las disidencias

sexuales, y mucho menos de las poblaciones indígenas. Esto se debe a que Costa Rica es un

Estado Confesional de religión católica, apostólica y romana en donde las élites eclesiásticas

tienen influencia en las decisiones políticas, generando al mismo tiempo, una sociedad muy

conservadora que considera que existe un vinculo natural entre la ley y las creencias

cristianas.


Ese miso año aparecen las Rutas del Beso Diverso, acciones en las que se toma el

espacio público para exigir disculpas frente a un acto de discriminación. Se convierten en una

escuela de activismo teórico y práctico en la que lucha por el reconocimiento de la diversidad

sexual no se desvincula del feminismo ni de la crítica al capitalismo, teniendo claridad en

como son múltiples las formas de exclusión y eso construye vínculos a partir de resistencias

comunes.


El escenario centroamericano, en el que los colectivos de mujeres y lgtbiq

compartimos además otras resistencias, es un escenario de violencias múltiples: desde los

Estados, desde las corporaciones, desde el narcotráfico, desde los organismos internacionales,

desde nuestra propia colonización que nos autorregula. La resistencia económica y política

debe procurar una articulación de todas las luchas porque todas están conectadas y todas

atraviesan nuestros cuerpos.


El potencial comunicador de las imágenes en el espacio público es una de las formas

de acercamiento entre el arte y la vida de las que tenemos más presencia. El vinculo entre arte

y activismo amplia los estudios sobre las imágenes y más concretamente, coloca a los

colectivos, las organizaciones, los activistas, las prácticas colaborativas y las pedagogías

radicales como espacios de producción visual, de reflexión, de investigación artística y de

injerencia social, en los que además se ponen en duda las jerarquías, las autoridades y las

autorías individuales. Todo esto influye en las formas que utilizan para manifestarse, de las

cuales las más común y la más consecuente, son las acciones performáticas.


El performance comparte con el artivismo, con el transfeminismo y con la calle, la

hibridez. Comparte los lenguajes de las artes escénicas y de las artes visuales (arte efímero y

arte de acción) sin someterse a ninguna de las dos disciplinas. Utiliza saberes y métodos de

otras: la lingü.stica, la antropología, el arte, la comunicación, los estudios escénicos, los

estudios de género, la decolonialidad, y así. Un teórico del performance coloca al cuerpo del

performance tanto como sujeto y como objeto de la mirada de otros cuerpos; este se presenta

físicamente, materialmente, situado, contingente; no es un cuerpo neutro, vacío, sino un

cuerpo con historias, lo cual da sentido, contenido y simbolización (Aliaga, 2012). El

performance tampoco se confina al espacio público ni al privado, puede viajar de uno al otro,

habitar ambos, o convertir uno en el otro.


Es trans, muta, cambia, se adapta al contexto, es espontáneo. Para Antonio Prieto,

especialista en Estudios del Performance, formalmente, una acción performática tiene como

soporte el cuerpo, implica un comportamiento colectivo que conlleva a la ruptura del uso

rutinario del tiempo y del espacio, tiene cierto grado de repetición, hay una serie de reglas que

no son demasiado rígidas y aceptan cierto grado de improvisación, y posee un valor simbólico

para las personas que participan de él (Prietto, 2012). Más o menos en la misma línea,

Preciado analiza como el carácter reflexivo de ese tipo de acciones, hacen del performance un

instrumento de contestación social y de transformación del espacio público-privado, hacia un

espacio político (Preciado, 7, 2000).


Diana Taylor le atribuye dos características importantes al performance en

latinoamérica: la resistencia y la restauración (Taylor, 2003) Las acciones que propongo a

continuación contienen ambas características, pues en un primer momento señalan aquello

que les produce violencia, y en un segundo momento producen otra forma de representar, de

comunicar, se asignan un nuevo imaginario en el que se invierten los códigos. El juego de la

representación tiene una doble vía, porque se puede construir desde la colectividad, desde la

subjetividad. Esto es descolonizar, construir nuevos imaginarios y señalar los impuestos, es la

construcción de un nuevo cuerpo-territorio2 político. Es hablar de un topos político que

comparte resistencias ante imposiciones, colonizaciones y normalizaciones, que no se pueden

desvincular.


Estas posibilidades que brinda el performance en particular, pero también el uso de

imágenes, de la subversión de la norma, del cambio de códigos, ofrece a estas colectividades

formas de existencia y reconocimiento, transformando la sanción social en un espacio de

comunicación.


Rutas del Beso Diverso



Como ya se mencionó son el resultado directo de un aprendizaje político de

manifestación y comunicación popular por un lado, y de la rabia de la discriminación por el

otro. Nacen para denunciar la censura a las manifestaciones afectivas entre parejas del mismo

sexo o de discriminación por identidad de género. La historia de la “coordi” del beso diverso

empezó en el 2007, luego de una serie de acciones discriminatorias a personas del mismo

sexo que se presentaron casi al mismo tiempo en bares muy conocidos y frecuentados por

gente joven. Por supuesto no era la primera vez que esto sucedía, pero seguramente sí fue la

primera vez que le sucedió a una pareja de activistas lesbianas y a una pareja de estudiantes

de la misma universidad vinculados con movimientos estudiantiles.


Como fueron actos simultáneos hubo mucha movilización y la denuncia de una

práctica discriminatoria llevó a la denuncia de otras que se materializaron en una denuncia

pública, un llamado al boicot de esos bares, se les solicitaron explicaciones a sus dueños e

incluso se interpuso una denuncia ante la Sala Constitucional. Ninguna de estas acciones

produjo los resultados que estas activistas deseaban, así que a partir de una convocatoria en la

universidad, se planificó la primer acción del Beso Diverso. Se hizo una convocatoria masiva

a la que asistieron unas 100 personas, y así nació la I Ruta del Beso Diverso, donde visitaron

los tres bares, se besaron (con y de la forma que quisieran), solicitaron disculpas públicas por

parte de los dueños, y exigieron un cese a la discriminación por orientación sexual en sus

espacios.


Muchas denuncias de discriminación comenzaron a llegar y fue evidente que era

necesaria una plataforma organizada y dedicada de forma exclusiva a esto, para llevar a cabo

las acciones vinculadas a la denuncia y poder ir más allá de unos gritos de un acto aislado. Es

así como, alrededor de un año después, se establece “de manera más permanente las Rutas del

Beso Diverso, movilizaciones para repudiar la discriminación y visibilizar el afecto y los

besos, sin importar la orientación en la que se den, y el derecho a la expresión de las

identidades de género” (Coordi, 2015, 9). Desde el 2007 a la fecha se han realizado 15 Rutas

y la primera Trans-gresiones que es específicamente dirigida a visibilizar las discriminaciones

por identidad de género.


Desde que llega la denuncia hasta que se ejecuta el meeting, hay una serie de pasos

intermedios en los que lo más importante es asistir y organizar la acción, pues la intención de

la coordi no es ser una plataforma que reciba y ejecute, sino que guie, facilite y ponga a

trabajar su experiencia de manera que las personas directamente afectadas sean las que

generen el espacio de denuncia, las que convoquen, las que evidencien aquello que las

violentó, hablen y se involucren en todo el proceso.


Cada ruta es distinta, los espacios lo son. Bares, el Hotel Costa Rica, la Universidad de

Costa Rica, la Sala Constitucional, el Banco Nacional, un casino, el Mall San Pedro. La ruta

Transgresiones fue en un McDonald`s. Han asistido entre 70 y 250 personas a cada acción.

Las denuncias siempre están relacionas con situaciones de discriminación hacia la

demostración de afecto bajo el argumento de “la moral y las buenas costumbres” (Ibíd., 25).

En común, en las rutas hay mucha alegría, se marcha con color, pancartas, hay música de

batucada, hay gritos, hay consignas rabiosas y graciosas, hay fiesta y por supuesto, besos y

abrazos de toda la diversidad. Los dos momentos más importantes son la petición de

disculpas, la cual debe ser pública, y los besos colectivos, masivos y diversos, también

públicos. Los besos son el centro de la acción, representan el ejercicio libre del afecto,

permiten la apropiación de los múltiples espacios en que antes tenían que negarse a ser o a

hacer, por esto esa necesidad de hiperbolizar el afecto y tomar el espacio público como una

forma de generar un nuevo imaginario respecto a lo que se puede hacer en él.


Las acciones de la “coordi” han tenido repercusiones. Desde el punto de vista legal,

sus acciones han influido para que algunas instituciones se sensibilicen frente a la

discriminación, han sentado precedentes a cerca de la violación de derechos humanos de la

comunidad lgtbiq en espacios privados y han revertido las políticas discriminatorias de

espacios más lúdicos, como los bares. Desde es el punto de vista político, la “coordi” es sin

duda un referente para la articulación del activismo sexualmente diverso, primero porque es

una plataforma muy inclusiva pero también porque se convierte en un espacio que era

necesario para visibilizar acciones colectivas, para la organización política y la formación.

Desde un plano simbólico, la posibilidad de enunciar existencia, de salir a la calle y mostrarse

siendo y haciendo con el cuerpo es algo que definitivamente tiene mucho que ver con la

fuerza colectiva y trasgresora, las rutas hicieron los besos diversos algo cotidiano y esa, creo

yo, es su fuerza. Es convertir la existencia en resistencia y afectar desde el placer, desde el

goce de la fiesta, del encuentro y del espacio compartido. Es poner el cuerpo en colectivo lo

que hace que el espacio público, tradicionalmente espacio de miedo y de negación para los

cuerpos diversos, se convierta en espacio seguro y apropiado. Y es la apropiación de este

espacio lo que visibiliza la existencia de otras afectividades, de otros deseos, de otras

maneras.


Este uso del cuerpo para generar un activismo más afectuoso y más empático, se

convirtió en una herencia para las luchas de las diversidades sexuales y también del activismo

feminista; en la “coordi” se integran ambos y no es casualidad que posterior al

posicionamiento de las rutas, muchas colectivas feministas se comenzaron a articular de

forma independiente, a buscar lenguajes propios y a expresar, a través de imágenes y uso del

espacio público, un discurso particular y vinculado con lo que sucede en el resto de

latinoamérica.


La existencia en Costa Rica de un Estado Confesional es una particularidad que hace

de las luchas feministas y por la diversidad sexual más complejas, pues implica que los

mandatos religiosos, no solo son aceptados por el Estado, sino que son legitimados y

traducidos en leyes y ejercicios de poder conjunto, intentando regular las sexualidades, los

relacionamientos, las familias, la educación en la escuela, la libertad del espacio público, los

derechos reproductivos de los cuerpos de mujeres y las identidades de los cuerpos que no

calzan en el binarismo de género. La principal razón por la cual los cuerpos disidentes salen a

la calle en resistencia, tiene que ver con reacciones frente a ese matrimonio convenenciero

entre instituciones religiosas y el Estado costarricense. El caso de la primera Marcha de las

Putas es un buen ejemplo.


Marcha de las Putas




El 2 de agosto es una fecha muy importante para la religiosidad costarricense porque

es el día de la Virgen de los Ángeles, la patrona de Costa Rica (Acá comienza a quedar claro

como ambos poderes se traslapan). Los creyentes católicos realizan una peregrinación a la

Basílica de los Ángeles en la ciudad de Cartago, se ofrece una ceremonia religiosa para

realizar el cambio del traje que lleva la imagen de piedra de la Virgen. Francisco Ulloa,

obispo de la Iglesia Católica de Costa Rica y de Francisco Robles, cardenal mexicano,

llevaron a cabo la ceremonia del 2 de agosto del 2011. Siendo que uno de los rituales era el

cambio de vestido de la imagen, el obispo aprovechó la homilía para hacer referencia a la

importancia de que las mujeres conserven el “pudor” y el “recato”, recalcando la importancia

de vestir adecuadamente para evitar que “las vuelvan una cosa, un objeto nada más”; también

señaló al “erotismo” y la “pornografía” como responsables de esta cosificación y la

mercantilización de los cuerpos. Considera que el “don sexual que le dio Dios a la mujer está

revestido de amor, fidelidad, para su más alto fin: la fecundación” (Ulloa citado por

Gutiérrez, 2011.)


Ante estas declaraciones un grupo de activistas feministas organizaron la primera

edición de la Marcha de las Putas para el 14 de Agosto. El formato de Marcha de las Putas es

internacional, la primera, la Slut Walk nace en Toronto en enero de ese mismo año. Un

representante de la policía afirmó que las mujeres deberían evitar vestirse como putas si

quieren no ser victimizadas. La marcha se organizó para hacerle ver las consecuencias de esas

declaraciones a la institución policial. Se convocó a mujeres, pero también a personas de

cualquier género y de cualquier expresión identitaria y orientación sexual, a cualquiera que

deseara mostrar su crítica a esa moral que ignora las relaciones de poder que colocan a las

mujeres como responsables de los crímenes sexuales que contra ellas se comenten (Valentti,

2011).


La convocatoria en San José hizo que se manifestaran alrededor de mil quinientos

cuerpos, todos diversos, pero también todos bajo el acuerdo de visibilizar el enojo, de hacerse

presentes, de expresar la existencia de ideas diferentes, de demostrar que no todos los cuerpos

están dispuestos a seguir la moral religiosa. El objetivo de esta convocatoria fue mostrarle a la

Iglesia que existen cuerpos de mujeres, cuerpos feminizados que son capaces de fugar de sus

imposiciones y tener agencia, que se pueden vestir como les de la gana y salir a la calle, y que

si existe peligro en ello, no es su responsabilidad, sino de esas instituciones que colocan en

diferentes estándares lo que pueden/deben hacer hombre y mujeres. Cargar carteles de cartón,

carteles en la piel, utilizar poca ropa, ropa interior solamente, o no utilizar alguna prenda del

todo, pintarse, cantar consignas, caminar y situarse frente a la Catedral Metropolitana, en San

José, es un resumen de las acciones que se llevaron a cabo.


El uso del término puta se emplea en la convocatoria de la misma forma que el

movimiento gay y lésbico de los años setentas utilizaron el término queer. Judith Butler llama

a este ejercicio la “asunción”, refiriéndose a que esa forma de asumir el insulto es una manera

de escapar de la norma, de la regulación y de la sanción social (Butler, 2010, 118); puta es

asumido como sinónimo de autonomía, de empoderamiento, de autoafirmación. Decirse

putas, en el contexto de las declaraciones del obispo, es decir que el hecho de vestir como

puta, de ser puta, no niega, no excluye el consentimiento. No es siempre no. Decirse puta es

descolonizar el cuerpo de las normas victorianas que relacionan la sexualidad con el pecado;

descolonizarlo del poder que desde hace siglos responsabiliza a las mujeres de las reacciones

que provocan en los hombres; de esa culpa que nos autorregula, diciéndonos que somos

nosotras las provocamos las violaciones; de esa poder que nos despoja de nuestra agencia

sexual y que nos dice mostrar nuestro cuerpo lo objetiviza, lo mercantiliza.


Dos artistas escénicos y del performance se sintieron interpelados, al igual que mucha

gente compartieron el malestar y quisieron hacer efectiva una acción en reacción a esas

declaraciones misóginas. El “performance” consistió en un juego entre una figura masculina

vestida de sacerdote con una máscara mexicana de luchador que iba conduciendo a una figura

femenina mediante una correa para mascota. Además llevaba en una mano una estatuilla de la

Virgen de los Ángeles con un vestido también diseñado a la medida y de forma especial, un

vestido de burlesque, una virgen cabaretera que llevaba tocado y su cara estaba cubierta con

una moneda. La figura femenina simbolizaba una monja, tenía un rosario en la boca que a

veces mordía, su cuerpo estaba envuelto por una cadena y una mano llevaba un puño blanco

de maniquí. La correa estaba sujeta a la cadena de manera que su movimiento podía ser

dirigido por la figura masculina. “Ella”, además tenía una camisa-cartel bajo su vestido, es

decir, sobre la piel de su torso, formando el contorno de una camisa, tenía palabras escritas

sobre su cuerpo con pintura de colores y un gran NO negro en el centro.


La acción en sí consistió en caminar dentro de la marcha, ejecutando imágenes

estáticas tridimensionales, utilizando símbolos y conceptos planteados desde el feminismo a

manera de “dioramas a cerca de las relaciones de poder desde el cuerpo.” Cada imagen se

sostenía un tiempo y luego se salía de ella y se creaba otra. La acción en total duró unos 45

minutos (Monge, G. 2016, 32’:14”-37’:04”). Parte de esos dioramas implicaban, que “ella”

descubriera su cuerpo, en ocasiones para mostrar el cartel, en otras para potenciar la imagen,

representando la violencia sexual y la dominación. Mediante esta acción lograron proyectar

como el discurso de la censura, del control, se reproduce a todos los niveles a través de la

utilización de elementos religiosos en conjunto con elementos de la cultura popular. Ambos

tipos de elementos son sacados de sus usos y contextos habituales para ser resinificados en

función de la denuncia a cerca de las desigualdades de poder entre cuerpos femeninos y

cuerpos masculinos. Es una denuncia hacia el poder eclesiástico, pero al mismo tiempo es una

visibilización a la manera en que reproducimos esos juegos de poder, subjetivándonos como

cuerpos dominantes y/o dominados. La dinámica bajo la cual estos cuerpos representaban las

relaciones desiguales de género era a la vez una metáfora de cómo esas instituciones también

encarnan las dinámicas de género y están constituidas desde los ideales de la

heteronormativad, ejerciendo poder hacia los cuerpos de las mujeres a través de discursos,

sanciones sociales, leyes y finalmente la autocensura, la autorregulación.


Esta acción en específico desató la polémica a nivel de prensa y redes sociales; las

razones seguramente tienen que ver con el hecho de que la Marcha coincidió con la misa del

mediodía de la Catedral Metropolitana. A la salida de esta, era precisamente este performance

lo que estaba sucediendo en la acera, la prensa gráfica se encontraba alrededor de la escena,

captando fragmentos de la acción, fragmentos del cuerpo, y los católicos observaban con

indignación todo el panorama de la movilización: cuerpos desnudos, cuerpos en ropa interior,

cuerpos-cartel, cuerpos sexuados y eróticos. Esto ofendió a los católicos, ofendió a los curas y

ofendió también, un poco, a cierta parte del activismo feminista que tomó distancia de la

acción performática y la señaló como contraproducente para la imagen del movimiento. Este

escenario permite ver la disputa que existe por el espacio, los católicos defendiendo su

espacio sagrado durante su ceremonia y la acción feminista provocadora, señaladora,

visibilizadora, masiva, afectando.


El espacio público, al ser múltiple, permite el encuentro entre diferentes formas de

pensamiento, aunque no exista capacidad de reconciliación (Mouffe, 2007, ), y eso potencia

las acciones y también las reacciones. En el caso de la Marcha de la Putas esta disputa

produjo una enorme difusión que tuvo repercusiones durante un tiempo: entrevistas en

emisoras católicas, una enorme reproducción en redes sociales que conllevó insultos

personales y familiares. La jerarquía eclesial no tardó en calificar la marcha como una

“incitación a la violencia” o de “violación del Estado de derecho” (Ugarte, 2011). Al final el

escándalo se disminuyó, pero no la fuerza ni la utilización del espacio, convirtiendo al Parque

Central en espacio protagónico de manifestaciones feministas: los 8 de Marzo, 25 de

Noviembre, las vigilias, los duelos por femicidios, son rituales que ya se apropiaron de es

centro. El centro de la ciudad como centro de la lucha por el reconocimiento de la autonomía,

por la resistencia frente a la desigualdad, por la defensa de la vida de las mujeres. También el

centro de la ciudad puede ser el centro de la visibilidad de las diferencias.

Invisibles.


Movimiento invisibles




Si la “coordi” fue un espacio que permitió la organización, la manifestación pública el

acercamiento a la lucha política y el activismo de una gran cantidad de personas que no

encontraban identificación política; Invisibles fue el espacio que aglutinó esa fuerza y esa

diversidad en busca de objetivos comunes. Al igual que en las otras manifestaciones, los

problemas que configuran las relaciones entre la religión y el Estado fueron las causantes del

descontento y los detonantes de la manifestación. En este caso en particular, fue un diputado

quien logró canalizar toda la rabia e indignación en acciones que convirtieron esta

manifestación en un hecho memorable.


“Justo lo que nos faltaba.” Justo Orozco es un nombre que produce gestos de

repugnancia, rechazo e ira en muchas personas en Costa Rica, sobre todo aquellas críticas y

consientes de cómo opera la democracia. Presidente y fundador del partido de corte

conservador cristiano, Renovación Costarricense, Orozco ocupa una curul por primera vez en

1998, y en el año 2010 regresa a la Asamblea en un segundo período. Durante los inicios de

esa segunda experiencia en la Asamblea Legislativa, se comienza a discutir en comisiones el

proyecto de ley sobre Sociedades de Convivencia3 . Esta segunda vez su discurso se vuelve

más agresivo, fundamentalista, misógino y homofóbico; su autoridad es su creencia en Dios y

no necesita si quiera mostrar conocimiento en sus afirmaciones, argumentar, porque él es

quien tiene un puesto de poder que lo legitima, abalado por una elección popular que respalda

sus creencias. De nuevo, aunque no es el vínculo oficial, hay una reciprocidad entre el Estado

y las creencias cristianas conservadoras que tienen a imponerse sobre el resto de las personas,

de los y las ciudadanas. Prueba de esto, fue que para mayo del año siguiente, durante la

elección del Directorio del órgano legislativo, Orozco fue nombrado presidente de la

Comisión de Derechos Humanos, a cambio de su voto para la papeleta oficialista del

Directorio. Esto terminó de despertar la rabia de múltiples sectores que se sentían interpelados

por los discursos violentos de Orozco: se jaqueó su cuenta de Facebook y en redes sociales se

llevaron a cabo una serie de campañas para ponerlo en evidencia; la bola de nieve fue

aumentando hasta que el activismo joven y universitario realizó una convocatoria abierta para

organizar una manifestación (Guzmán, 2016, 3’:23”-5’:02”). Si Orozco tenía el poder que

tenía era porque contaba con mucho respaldo en la Asamblea, por parte del oficialismo, por lo

que el descontento político solo aumentaba en muchos sectores.


El nombre Invisibles surge de una frase célebre de Orozco; durante una entrevista

relacionada con la misma polémica de su presidencia en la comisión, dijo estas palabras:

“(…) ni los identificamos si no se declaran, si no se les ve el plumero, si ellos no se declaran

así, en realidad uno no sabe quienes son; si ellos no dicen que son así, yo no puedo

identificar a una lesbiana o a un homosexual” (Orozco, 2011, 0’:32”-0’:44”). Así que el

movimiento decidió apropiarse de esas declaraciones irrespetuosas y posicionarse como

Invisibles que iban a salir masivamente a la calle a ser vistes. Como en las acciones anteriores,

se aplica la asunción dándole vuelta al insulto y convirtiendo la palabra en identidad, en

fuerza ritual y transformadora.


Invisibles no representaba solamente a la comunidad LGTBIQ, sino que apela a otros

colectivos y otras luchas. Los principales temas eran la lucha por el Estado Laico, la presión

con el tema de la Fertilización In Vitro (FIV)4, la propuesta y el reconocimiento de las

uniones entre parejas del mismo sexo y la eterna lucha de las mujeres por el acceso a derechos

sexuales y reproductivos. Todas estas demandas que son ignoradas desde la institucionalidad,

desde el paradigma normado vallecentralino, blanco y heterosexual de la Costa Rica criolla,

convocaron a la manifestación más grande que se haya realizado hasta el momento. Además

esta enorme diversidad de personas e intereses y toda la solidaridad que eso implicó para las

múltiples luchas, hizo que el movimiento realmente fuera muy diverso, colorido, alegre y

vivo. De hecho, fue la ocasión en que, por primera vez muchas personas pertenecientes a la

comunidad sexualmente diversa, salieron a poner el cuerpo desde ese lugar, desde esa

identidad.


Lejos de las aburridas manifestaciones acompañadas con consignas políticas de los

años setentas dirigidas por grupos de sindicatos, el movimiento Invisibles logró poner en la

calle todo el color, la alegría y la diversidad que mueven a los cuerpos en las luchas políticas

actuales. Logró articular la acción política desde formas artísticas. La marcha en sí fue una

acción performática en la que miles de cuerpos salieron a hacer ejercicio de su autonomía, su

movimiento, su conocimiento, para ocupar un espacio que nunca había sido aprovechado por estos colectivos. Hay muchas fotos que evidencian la gran cantidad de gente que fue, en todas

se ven globos, en todas se ve gente pintada, gente sonriendo, gente hablando desde el afecto,

la amistad, el amor, el deseo; se ven familias, amigos, gente que se abraza, se besa, que valora

la diferencia, gente que ha perdido el miedo y que se presentan en la calle, frente a la prensa,

frente a otras personas, generando reconocimiento, aceptación, identificación y también,

asumiendo con orgullo la etiqueta de la disidencia.


Lo organización de la marcha también había planeado una acción de cierre, llevaron

escobas, jabón en polvo y agua en baldes, con la intención de lavar las paredes de la

Asamblea. Aunque suena sencilla y básica, fue una acción simbólica muy fuerte, muchas

manos se acercaron, muchas personas querían lavar las paredes, la calle frente a la Asamblea

estaba llena de gente, tanta que impedía ver que lo sucedía en las puertas, pero aún así

intentaban acercarse para tomar la escoba o echar agua. Después de haber limpiado y dejado

las paredes secas, la gente se acercó a colocar sus pancartas en ellas y en las rejas, y además

colocaron la bandera de la diversidad. Esta acción transformó la fachada en una forma

positiva y trasgresora (Guzmán, 2016, 38’:06”-41’:25”). Usualmente, después de las marchas

se grafitean las paredes pero son lavadas o repintadas prácticamente al día siguiente y con el

incremento de la violencia y represión policial, en los últimos años es imposible acercarse a

ellas. Pero como en este caso se trataba de carteles pegados, permanecieron allí por algunos

días haciendo de ellas paredes limpias y coloridas; el resultado fue una especie de mural

público y colectivo.


La unificación de múltiples movimientos en una sola marcha es un gran logro que se

le atribuye a Invisibles, además de propiciar la organización de otras estructuras como el

Frente por los Derechos Igualitarios y crear una plataforma en que convergen distintas

organizaciones vinculadas a la diversidad y al movimiento feminista. Para Felipe, uno de los

organizadores, este mérito es consecuencia de la necesidad de espacios que promuevan

encuentros desde el afecto, que permitan acuerpar, cuidar, generar espacios seguros, reales y

también divertidos, en los que se posibiliten la fiesta y la alegría, que sean lugares en los que

poder bailar, pero también llorar (Ibid, 26’:40”-29’:16”), porque se entiende que es un lucha

que atraviesa la vida, lo cotidiano, la existencia y la forma en que se desea vivir; para poder

resistir es necesario ese lugar seguro en el que suceden encuentros y se construyen

identidades.


Conclusiones

Costa Rica es un país confesional, un Estado católico que permite la injerencia de la

Iglesia en la toma de decisiones políticas o la elección de ciertos puestos de poder; no

reconoce de manera oficial derechos igualitarios a parejas del mismo sexo; tampoco, ni

siquiera, permite la distribución de anticoncepción de emergencia, el aborto seguirá siendo

por mucho tiempo penalizado y perseguido como forma de controlar la sexualidad de las

mujeres; la violencia tanto simbólica como directa que sufren las mujeres y las mujeres trans

en Costa Rica ha aumentado en intensidad, en crueldad y en señalamiento, de la misma forma

en que ha sucedido en el resto de América latina.


El despertar del fundamentalismo religioso, junto con la cohesión entre católicos y

demás cristianos, han llenado de posiciones conservadoras a la Asamblea Legislativa,

generando un ambiente muy negativo para los derechos de las mujeres en materia de

autonomía del cuerpo, y también negativo para la diversidad sexual; conservadurismo que

lamentablemente se refleja en el pensamiento de la mayoría de la población y que hace

efectiva la discriminación, al tiempo que legitima la violencia que el estado ejerce con su

negligencia a reconocer otras formas de existencia y de salvaguardar las vidas de las mujeres.


Ambos discursos, coloniales, neocoloniales, neointegristas, se reproducen a través de

la prensa, a través de los valores y las representaciones que muestran las corporaciones

dueñas de los medios de comunicación; buscan imponerse sobre los cuerpos, dictando

normas, estableciendo reglas y generando inteligibilidad social. Mientras tanto, aquellos

cuerpos que escapan a la normalización, que buscan descolonizarse de las religiónes, de las

leyes de los Estados-Nación, de las imposiciones consumistas, estéticas y aspiracionales del

capitalismo neoliberado; utilizan sus cuerpos para mostrar su existencia, enunciando otras

posibilidades, otros imaginarios fuera de los que consideramos inteligibles. Para esto la

apropiación de la calle y la articulación en comunidad son dos herramientas que poseen.


A través de ambas se generan afectos, vínculos que permiten organizarse, pero

también transforman ese dolor, esa rabia, esa frustración en fuerza comunicadora, en alegría,

en momento de fiesta y de luz. Sin duda, estas acciones que presento acá, pero también todas

las demás que forman parte del cuerpo completo de la investigación, son acciones que

aparecen más que como pedagogías, como gritos de expresión, como necesidades de

comunicación y de sanación y son capaces tanto de señalar sus realidades como de generar

otras formas de comunicar y de producir nuevos imaginarios.


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https://www.youtube.com/watch?v=qe-yr5PKZb8

Entrevistas personales realizadas entre mayo y Julio de 2016 a:

Monge, Gustavo; Monge, Jennifer; Guzmán, Felipe; Richmond, Mariela; Gómez, Andrea

Y Mendez, Grettel.


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